Verano en Venecia

Justo cuando Rossy Romero empezaba a sentir que la balanza de la justicia se inclinaba a su favor, justo cuando su sueño de ser la dueña legítima de la hacienda Venecia parecía estar por cumplirse y justo cuando creía que por fin iba a desprenderse de los fantasmas del pasado, apareció Leticia Toledo a reclamar las tierras a las que ella y sus hijos habían entregado toda una vida de trabajo. Leticia llegó con toda su familia, sus tres hijos y su esposo, Miguel Tirado, el primer y único amor de Rossy. Al verlo volvieron los recuerdos del dolor y la traición, pero también reaparecieron los sentimientos que había guardado en su corazón durante tantos años, entendió que la vida le estaba dando la oportunidad de cobrar todos los golpes recibidos y que era el momento para recuperar el amor perdido veintitrés años atrás.

Leticia Toledo nunca imaginó que cuando volviera a tomar posesión de las tierras de su familia encontraría a Roselia Romero, la hija no reconocida de su padre, como dueña y señora del lugar. La casona colonial de la hacienda Venecia se había convertido en el hotel campestre “Bosques de Venecia” y la familia Romero administraba con entrega y dedicación el próspero negocio. Pero lo que más sorprendió no solo a Leticia, sino a Miguel, su esposo, fue encontrar que Roselia seguía siendo tan hermosa como en su juventud, conservaba la belleza natural y salvaje que lo había enloquecido. En ese momento aparecieron todos los temores ocultos de Leticia, se había vuelto adicta a las cirugías para tratar de retener a su marido, aunque en el fondo sabía que nunca la había amado como amó a Roselia.