Retratos

El amor que Paulina y Juan Pablo había durado hasta los treinta; un momento en la vida cuando, como la mayoría de los humanos, se dieron cuenta de que los verdaderos desafíos de la vida acababan de comenzar, y que se necesita más que planear para sobrevivir sucesivamente en una relación. Juan Pablo se había prometido a sí mismo que no repetiría la historia del abandono de la casa de su padre, pero no podía negar que su relación con Paulina había sufrido un desgaste que lo dejó frío. Juan Pablo no podía enfrentar a Paulina, no podía destrozar su castillo de ensueño de un matrimonio eterno, especialmente su de ella que nunca contempló un divorcio en su vida de ella. Paulina queda atónita, atónita cuando su esposo le dice que ha decidido dejar su hogar producto de una crisis generada por un romance que tiene con su pareja Alejandra, quien resulta que también está casada. Clara, Jimena y Patricia son todas como Paulina, en los treintena, y son todas, íntimas amigas. Cada uno, a su manera, ha pasado por su crisis personal de los “treinta”, y por esta razón, son la balsa perfecta para que Paulina se aferre durante su tormenta. Juan Pablo, confundido y con un fuerte sentimiento de culpa, encuentra apoyo en su madre de ella, una mujer que, aunque han pasado muchos años, nunca se recuperó del abandono de su marido. En lugar de abatirse y compadecerse de sí misma, Paulina decide enfrentar su suerte con valentía y estilo, y busca un nuevo comienzo, un horizonte más brillante para ella y sus dos hijos Andrea y Sebastián. Decide poner en práctica por primera vez sus estudios y la carrera de arquitecta.